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Escritos sensibles de una danza compartida

Publicada

Ene

23

2019

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Ph: Elisa Ciarniello

Escritos sensibles de una danza compartida

Barbara y Susana nos regalan su escritura de la muestra de danza contemporánea, coordina por Vanesa Moreira, que se realizó en el Estudio en diciembre del 2018. Los invitamos a disfrutar de este viaje en movimiento por medio de la escritura.

Llegar tranquilas

Ella yace con una mortaja sobre el abdomen, la mortaja cae del cielo trae música para sus pliegues , para que vuelva a la vida. Su abdomen se hincha, la mortaja deviene el cordón umbilical, el cordón mas largo del mundo y ella se envuelve. Deviene un feto rosado,  se esfuerza como una oruga o una pupa de este mundo que elije erguirse y mostrarse. Y en su voz se calma el viento. Yo quiero detener el tiempo grita. Imposible oruga humana, ya llegaste demasiado alto por los vendajes del techo. Por mas que implores para abajo se desenrolla tu cuerpo de tu largo sueño. Estás viva con todo lo que eso implica. Hasta te crecieron alas. La estela es tu testigo. Testigo de que sos Vanesa, parida por alguien que nunca se acuerda de las fechas.

Los garroneros y el cuero. En vez de cordón de cuero tenaz para una mujer fuerte que se hamaca como una mujer feliz, ni cascarita ni degradada. Brilla sobre las luciernagas de ladrillos. El pelo prolonga el cordón cuero placenta, cuero alegría, cuero orgasmo ni cascarita ni degradada, al final se entrega feliz. Es Vanina cascara de Rafaela

Laura la hija de, se columpia pero no se salpica. Las olas de la habanera la elevan por encima de su ansiedad de hembra seductora del cemento sin enchastrar.

Afuera les van explicar que alguien desea salvarse nos avisa la hija de Rafael y de Cristina. Adentro de ellas esperan, se pintan los labios aunque afuera haya guerra. Cuando ellos vuelven, sus cuerpos no son los mismos de hace rato, se deslizan. La cámara lenta de la metáfora se ha adueñado de nosotros aunque hayamos escuchado a unas verdes hablando del destierro entendimos que hay patria de ambos lados, que si yo falto vos me vas a reemplazar el piso late sobre mis muslos y junto mis plantas, ellas se unen son un muro de batalla. Cuerpos proyectados Orugas humanas contra la pared. El pelo en escena es demasiado fuerte para que yo escriba. El silencio acaricia molleras. Mi cara esta caliente. Orugas humanas de las caricias de las resistencias.

La musica profundiza la piel de las Orugas que comienzan a moverse. En el banco ella recibe todo el amor que necesita para avanzar entre cascara cemento ombligos cordones sueltos es cascara sana no degradada. En el piso se separan pero siguen estando juntas las manos se acarician que les falta.

las orugas tienen hombros y corazón eso lo dice él, yo no lo veo. Todo imaginario bello. Las Orugas se alinean se miran para llegar a tiempo. Se enloquecen y congelan el silencio. Yo las miro respirar agitadas. Los dedos se mueven solos, la cumbia calienta la piel de las Orugas aunque no hay señales de la voz que las hace salpicarnos de movimientos. Aunque no hay señales de que el amor vaya a volver. Y bailan, bailan con una cerveza en la mano, con el mate, con el celu, esperando un mensaje. Bailan y se secan las lágrimas y se dicen soy fulana, hija de y estoy esperando otra oportunidad.

Susana Martin


Cuántas formas existen de contar esta historia? La piel es la frontera? O la mirada?

De qué estoy escapando cuando camino al ritmo de esta carne en otra boca?

Sosteneme. Llévame con quién soy en esta línea. Estoy manchando la pared y no me ves. Qué silencio se hace cuando no me ves.

Por dónde entra el aire en mis manos? Como iré a dormir si olvidé el sueño?

Me llaman, me nombran, me definen los bordes resbalosos, desenredados por dónde se pasea mí soledad llena de manos, de abrojos, de anzuelos.

Reptar, salir del suelo, llevar conmigo la tierra, lavarme entre sus brazos.

No soy dueña de nada, no soy más que el aire. Las capas de piel se juntan y me espesan para después diluirme, para filtrar la luz entre mis dedos.

Como dar una bocanada de agua al aire, como la flor que es todos sus pétalos y todo lo que aferró a la tierra.

El regalo que tenemos en la sombra y celebrar con el silencio estar de pie.

Y lo solemne también es una fiesta porque late. Y qué se mueve si no es el cuerpo? Y qué palpita si no es la sangre? Y qué si no hay reglas y vamos juntas, cada una a su manera, con la memoria en el polvo que llevamos dentro.

Barbara Corneli